Scratching Life

scratching life

Arañando la vida persigo
pequeñas utopías que consigo
tenaz a pesar del enemigo
íntimo y externo y del castigo
de ser libre y respirar...

miércoles, 27 de febrero de 2013

 Tanto mata, mata tanto, Ignacio González como Ana Mato

DECLARACION DE PRINCIPIOS


Me lo quitarán todo, el ordenador, el teléfono, el despacho, internet, la radio, la aplicación sanitaria, los cuadernos, las pinzas, las tijeras, el esparadrapo, las grúas, la calefacción, los analgésicos, las gasas, las sondas, los laxantes, la razón y hasta la palabra, el bar, las máquinas de cocacola, el tabaco, la mitad del sueldo, la paga extra, la salud y el recreo,...También lo intentan con mis ánimos, ya han comenzado a aparecer UPP´s (úlceras por presión o escaras para los profanos, grandes heridas que pueden acabar en su extremo incluso con la vida) que nunca, REPITO: NUNCA se dieron en mi centro ni bajo mis cuidados, cuando AENOR no ponía estúpidas "estrellitas" de calidad (¡qué paradoja! ven demasiado a Supernany) y no había que rellenar cinco papeles por cada chorrada que hacías, cuando se podía pedir a farmacia cualquier producto que necesitaras para curar o para prevenir y no éramos controlados por el área de "Salud" correspondiente a nuestra zona. Las citas a los especialistas corren la misma triste suerte que las del resto de los afiliados a la "inSeguridad Social" española. La publicidad engañosa sobre las listas de espera, presente en toda legislatura y bajo todo signo político, invierte sus términos para lograr turbios objetivos carentes de conciencia, hiriendo la esencia de lo que supone un servicio social en su puesta en acción. Con una larga lista de incontinentes irresolubles, un buen número en estado avanzado de enfermedad degenerativa (sí, de esas enfermedades raras no rentables que nadie investiga y que te rompen la vida para siempre) o lesionados medulares (muchos de ellos por accidentes laborales que ocurrieron bajo la responsabilidad de quienes nunca pagan), se nos niegan los pañales y colectores necesarios para mantener su higiene y dignidad, pero no serán los verdaderos responsables los que respondan de ello, los juicios fáciles de los ignorantes y los jerifantes afantochados opinando sobre nuestro trabajo son desoladores.  Y sólo he hablado de los cuidados más básicos...

En mis tiempos más jóvenes la calidad era una autoexigencia incuestionable y la higiene habitual y postural del paciente una prioridad. No había reuniones de equipo pero se trabajaba en equipo confiando en el buen hacer ajeno y se conseguían mejores resultados. La escucha era habitual, sin juicios ni tópicos abusivos y alienantes, la colaboración se agradecía, todos nos facilitábamos la vida y existía el respeto. No éramos mejores, ni los tiempos más favorables (PSOE o PP, nunca nos han tratado bien, sólo somos útiles a sus fines electoralistas), ¡éramos los mismos! pero bajo el dictámen de la ética y con superiores que sabían cuidar la apariencia de la suya.

Veo cómo cae todo aquel sueño por el que luchamos estampado contra el suelo, confuso y convulso, con espumarajos de desolación saliendo de su boca triste y llenándolo todo de muerte y desamparo a causa de manos criminales, conciencias dormidas y gente quemada a base de absurdos y abusos.
Siento que nuestro tiempo se acaba y que hay voces que nos niegan la existencia porque "un enfermo crónico es demasiado gasto para el sistema". Somos objetivo prioritario y carne de cañón y yo me niego a no luchar hasta morir en la batalla o ganar, defendiendo los Derechos Humanos que fueron ratificados por España en su momento y que ahora se violan en nombre del dinero, me niego a entregar gratis al verdugo gubernamental europeo y a los especuladores atroces un servicio precioso construído con nuestro dinero, nuestro esfuerzo colectivo, nuestro trabajo diario y para todos, TODOS, acuérdate de eso si un día te quedas parapléjico con más de 18 años y no puedes ni hacerte la comida cada día o limpiarte el culo y quitarte los mocos. ES NUESTRO PATRIMONIO LO QUE ESTÁ EN JUEGO. LA BURBUJA SANITARIA ES UN HECHO.

Hay demasiada sangre derramándose aquí y yo me niego a no verla, a ocultarla y a ser cómplice.
Con marea blanca, negra o verde y sin marea, siempre he vivido en la trinchera y , además, hay algo que nadie nunca, ni aún encerrándome entre barrotes, nadie puede quitarme: mi libertad. Así que seguiré haciendo lo que me gusta y como me gusta, incluso desde la clandestinidad o a puro grito indignado.

La Gioconda Está Triste


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