La voz que siempre me llega oportuna iluminando mi oscuridad,
Abriendo con tu magia blanca y melodiosa mis puertas cerradas,
Ultimas con sutileza el detalle exacto de reparar cada llave
Rota de luchar contra el contumaz sistema y la desesperante soledad.
Apuras delicada y paciente hasta el último resbalón de cada borne
Gozando victoriosa conmigo del chirrido oxidado de las bisagras
Obligadas a claudicar su estático y obstinado silencio traicionero.
Me ayudas ufana y amorosa a recoger mi alma y sus mil esquirlas
Esparcidas por doquier en cada estancia hasta que, repuestas mis armas,
Zozobramos mi nave de dolor contra la roca firme de tu amistad.
Recogeré siempre y como pueda tus maravillosos cantos de sirena
Extasiando mis sentidos con los pocos placeres que me quedan
Cuando sienta en el mediastino esa muerte mentirosa del miedo.
Antes, ahora y siempre he tenido el privilegio de tu mano abierta,
Sincera y firme, y quisiera agradecértelo todo, Laura Gómez Recas.
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